Aunque los caballeros las prefieren rubias, las pelirrojas tampoco dejan indiferente a nadie. Piel de porcelana, mirada felina y melena de fuego, esta belleza renacentista no deja de fascinar por su encanto enigmático. En ocasiones sensuales, en ocasiones inspiradoras, las pelirrojas encarnan la seducción definitiva, la fantasía absoluta.
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